Ha dicho esto en 2007: que la casualidad no es más que la ratificación del destino. Entonces todas han sido casualidades excepcionales en la excepcional vida de Alejandro Romay, en la cual Tucumán figura como un exigente (y áspero) punto de partida. Nacido en el seno de una familia muy humilde (“admiro a mi madre, Rebeca, porque fue muy pobre y trabajó constantemente para mantener a sus hijos”, declaró alguna vez), Romay -quien murió ayer, a los 88 años- fue, antes que todo, un hacedor imperturbable. El niño que trabajó en el cine Edison, el mozo que servía sánguches de mortadela a Atahualpa Yupanqui, el joven que en una prueba de locución se casó para siempre con los medios. Y después, sí, el zar. El tucumano que se construyó a sí mismo y revolucionó a la TV nacional.

Un hacedor. Antes de establecerse en Buenos Aires, a sus 20 años, Romay había trabajado en los ingenios Esperanza y Concepción, y oficiado como locutor en LV7 y como jefe de programación en LV12 Radio Aconquija. El traslado a la Capital intensificó su espíritu insaciable: fue animador de orquestas de tango, y locutor y empresario en varias radios porteñas. Conoció a Lita Rosio, el gran amor de su vida, con quien frecuentaba los ambientes culturales y del espectáculo en los que pronto habría de triunfar. A la muerte de Eva Perón fue despedido de Radio El Mundo por no usar corbata de luto y creó el programa radial “Grandes Valores del Tango”, que se convirtió en un éxito.

En 1963 dio el salto por el que se lo recordaría para siempre: compró y transformó Canal 9, al que condujo entre 1963 y 1974, cuando la estatización peronista lo volteó, y entre 1984 y 1997. Con los años, y a fuerza de una programación popular y con elencos multitudinarios, le hizo conocer el rol de emisora líder del país.

Premio con su nombre

En exactamente una semana, la filial local de la Sociedad Argentina de Locutores otorgará el premio Alejandro Romay, y el primer reconocimiento recaerá en Castelar Salvador Marconi. El fallecimiento no detendrá la ceremonia, de la que participarán Mirta y Omar Romay (dos de los cuatro hijos del locutor), según señaló a LA GACETA un conmovido Marconi.

“Era mi hermano del alma. Él me conoció cuando en la esquina de 9 de Julio y Lavalle había una bailanta y yo era el animador. Vivía en un conventillo y lo habían dejado solo, porque toda su familia estaba en Buenos Aires. Mi mamá lo ayudaba para comer y él me pidió laburo, así que hablé con Avelino Muñoz Aldao y entró a LV7 en 1940. Nuestra amistad y contacto fueron permanentes”, recordó.

Martoni extrañará cada encuentro con su amigo, con el cual cantaban tangos a dúo (sobre todo “Naranjo en flor”), y sus poemas. Uno de ellos le fue dedicado: lo llamaba el único tucumano que no quiso irse a Buenos Aires, pese a que le ofreció el cargo de gerente de Canal 9.

Otra de las tucumanas que le guarda eterno cariño es la periodista de Telefe Cristina Pérez, quien llegó en 1992, con sólo 20 años, a la Capital Federal para sumarse al staff del Canal 9 que conducía Romay, luego de que el Gobierno de Raúl Alfonsín le devolviese la señal.

“Me dio la gran aventura de mi vida, y mi agradecimiento es infinito. Lo relaciono con la oportunidad golpeando la puerta, era un hacedor que no se detenía ante nada. Si veía talento, le daba la chance de que floreciera, porque tenía una varita mágica y era dueño de esa raza única que abre caminos y mira lo que otros no ven. Tenía una impronta alucinante y admirable; él corporizó y fue una época, no la marcó. Transgredió límites y creó incansablemente. Él fue la televisión, porque hizo todos los trabajos posibles en ese medio”, le dijo Pérez a LA GACETA.

El ascenso del zar

El hombre detrás de los almuerzos.- Almorzar en vivo en la televisión, con invitados famosos. Al principio, la idea de Alejandro Romay parecía una locura. Poco después “Almorzando con Mirtha Legrand” probaría su éxito y un interés vigente hasta hoy. “Romay cambió mi vida profesional, él tuvo la idea (del programa) y me convocó. Le voy a estar agradecida toda la vida -señaló Legrand a TN-. Tenía un carácter fuerte, pero era creativo. Hay que recordarlo con una sonrisa”. Otros popes de la TV lo despidieron. “Murió el último dueño que daba la cara por sus decisiones”, reflexionó Mario Pergolini. “Se fue un capo de la tele. Mi admiración y respeto”, tuiteó Marcelo Tinelli. El “chimentero” Jorge Rial lo recordó en su programa, “Intrusos”: “me trató siempre muy bien. Una vez le dije que me quería ir de Canal 9. Me dijo que tenía razón, pero que en vez de hacer un programa, hiciera dos. Y me dio un programa más. Me preguntó cuánto quería ganar, le dije ‘tanto’, pensando que me sacaría corriendo, pero me dio el dinero”.

A machetazo limpio.- “Romay irrumpió en 1963 como una tromba en el incipiente y prolijo escenario que las cadenas norteamericanas CBS (en Canal 13), ABC (en Canal 11) y NBC (en Canal 9) habían instalado por entonces y lo desbarató todo. El locutor vibrante que pasó hambre en su Tucumán natal y que a machetazo limpio había ido escalando posiciones de a dos o tres peldaños -pues venía de una exitosa gestión al frente de Radio Libertad-, en cuanto aterrizó en el 9 tiró a los estadounidenses por la ventana y lo convirtió en el 'canal argentino'. Azorados, los mucho más atildados Goar Mestre, desde el 13, y Pedro Simoncini, desde el 11, supieron que desde entonces ya nada sería igual. Romay era un imprevisible elefante en un bazar y sin los recursos de sus competidores fue armando lo que pudo, en medio de feroces luchas internas y despidos masivos. Nada lo hizo flaquear y con el casco puesto y la cara pintada, Romay le torció el brazo al destino y levantó milagrosamente una emisora a su imagen y semejanza: bizarra, popular y populista, con tiras de elencos multitudinarios, bullangueros ciclos de entretenimientos, programas ómnibus los fines de semana y unas cuantas inolvidables gemas (”Alta comedia”, “El hombre que volvió de la muerte”, “Titanes en el ring” y “Simplemente María”, entre otros tantos emblemáticos títulos)” (De Pablo Sirvén, en “La Nación” del 14 de mayo de 2006/ Alejandro el Grande, Genio y figura).

Citas de su última entrevista con LA GACETA (en 2007)

- "Si volviera a nacer, no cambiaría nada. Volvería a ser el mismo y nacería otra vez en mi casa de Tucumán".

- "Le tengo miedo a la muerte. Me gustaría que mi epitafio diga ‘aquí yace un hombre que fue feliz a su manera’".

- "Cuando me quitaron el canal, durante el peronismo, sufrí mucho. Fueron años difíciles, un paréntesis de confusión y silencio".

- "Mi carácter fuerte es mi peor defecto, y mi virtud el amor por mi familia. Cualquier invitación a encontrarme con ellos me haría feliz"